3.8.12

Epístolas R. ( 5 ) : Blade Runner 1993


Solía recordar el año 1993 como el peor año de mi vida.


Ahora sé que fue entonces cuando nací.

Fue el año que fallecieron los dos seres más extraordinarios que había conocido.

Fue el año en que me inicié sexualmente.

Fue el año que viendo el estreno de la versión del director de la película Blade Runner descubrí al unicornio.

Des de entonces ha habido días en los que creía ser un unicornio, días en los que los buscaba y días, la mayoría, que no creía en ellos.

Con el tiempo llegué incluso a olvidarme de esta leyenda.

Cuando te conocí vi oculta en tu mirada esquiva una luz tan bella, tan sabia, tan majestuosa que no he podido olvidar y que me llevó a buscarte insistentemente.

Pasaron los meses y me descubrí embobada mirando por la ventana del despacho como te alejabas de casa después de haber estado con mi marido.

Mi cuerpo tembló con tus pasos y mis ojos se empaparon sin yo poder evitarlo.

Volví nuevamente a buscarte y nuevamente no respondiste a la llamada.

Viniste a los pocos días oculto en tu disfraz de caballo salvaje.

Esta vez solo puede verte durante los segundos en los que bajaste la guardia cuando al quedarnos a solas estuvimos a punto de juntar nuestros labios.

Te llamé tres veces más, y tres veces más no apareciste.

Una imagen antigua de tu perfil me reveló tu autentica identidad, esa en la que había dejado de creer hacía años.

Al haber leído sobre ti, entendí que eras un ser libre y que era inútil que te siguiera llamando.

Me emocioné al pensar que debo ser alguien puro de corazón, pues fui capaz de verte en tres ocasiones.

A la vez me entristecí por no tener la suficiente bondad y ternura que me permitiesen tocarte.

Ayer me llamaste princesa.

Nunca me he considerado una dama hermosa, pero estoy dispuesta a darte mi cariño y mis cuidados si algún día te decides a empezar a frecuentar mi jardín.

Te quiero Unicornio.

Enviado 06/10/2011