3.8.12

Epístolas R. ( 6 ) : Reflejos en un ojo dorado


Tú y yo tenemos una cosa en común: supimos mucho antes que otros quiénes somos, cómo somos, de lo que somos capaces y de lo que no.


No puedo pedirte que me digas quién eres, cómo eres y de lo que eres o no capaz.

Lo que si puedo, aunque me cueste, es desnudarme ante ti si creo que puede serte útil.

Cómo soy

Cuándo estudiaba en la universidad me pasaba todos los días, a las mismas horas, por los mismos sitios, haciendo las mismas cosas.

Había días que con una vez tenía suficiente, otros repetía una o varias veces.

Conocí gente de todo tipo, de todas las edades, de todas las culturas, de todos los estados civiles y de todas las sensibilidades.

Algunos desaparecían y no se les volvía a ver.

Otros desaparecían durante un tiempo para luego volver, a veces más tristes y castigados, otras más alegres y liberados.

Otros continuábamos acudiendo.

Con el tiempo han cambiado las formas y los lugares, las realidades siguen siendo las mismas.

Yo iba a lo que iba, intentaba no entablar demasiada relación con la gente, a pesar de ello a veces no conseguía evitar que alguno se acercase durante una temporada a desahogar sus frustraciones conmigo.

A mi siempre me gustó escuchar y no me importaba, de hecho me ayudaba a conocer como acostumbra a funciona el mundo y sobretodo reconocerme y reafirmarme.

Muchos me decía que les gustaría tener una pareja como yo, alguien que entendiera sus miserias y las aceptase, que así las cosas les resultarían más fáciles, pero enseguida los desmontaba cuándo me confesaban que no serían capaces de aceptar en su pareja lo que pedían para ellos.

Me felicitaban por mi claridad y transparencia, incluso algunos decían admirar la frialdad con la que afrontaba determinados asuntos, muy pocos o ninguno me preguntaba que es lo que yo quería o como me sentía, aunque realmente de ellos no me importaba.

Los fines de semana los pasaba con los amigos, en la disco, bebiendo, bailando, pero también el casa de alguno de nosotros, en el cine, en el parque, en una cafetería o a solas con alguno de ellos en el coche hablando sobre el firmamento, proyectos, amores que iban y venían, enfados entre ellos … risas, muchas risas y alguna lagrimilla, pero muy fugaz y siempre por algo de ellos (para lo mío he sido siempre mas de llorar a solas).

Me buscaban por mi empatía y según ellos, por mi capacidad para entender lo que no sabían explicar. No entendían como no podía tener pareja, ni nadie que me quisiera, con la cantidad de amor y buenos sentimientos que desprendía.

Decían que no me iba nada el mundo gay, que todo era muy frívolo, muy superficial, que debía buscar por otros lados, fuera del ambiente, y que sobretodo me buscase alguien mayor que yo, que la gente de nuestra edad no era madura y que no me convenían. Lo que realmente no entendían era lo que iba a hacer entre semana, todos los días, a las mismas horas, por los mismos sitios.

Quién soy

Mi padre es un amargado. Ha vivido una vida que no ha querido y no ha dejado vivir su vida a los demás. Se buscó una mujer a la que dejó de querer pronto, y unos hijos a los que cuanto más crecían, pensaban y actuaban libremente, menos quería. Ha vivido según lo establecido, aparentando lo que no era, buscando consuelo y desahogo fuera del hogar que nunca quiso suyo.

Mi madre es una sacrificada. Ha vivido por y para los demás, cuidando de un marido al que siempre quiso y dedicándose en cuerpo y alma a su madre y sus dos hijos. Girando la cabeza y cerrando los ojos para no sufrir más de lo que ella consideraba estrictamente necesario.

Con trece años, después de una discusión en casa, mientras me tapaba la cabeza con la almohada me prometí a mi mismo que no me casaría y que no tendría hijos nunca.

Con el tiempo fui matizando esa decisión hasta llegar a:

No basaré mi comportamiento en los convencionalismos sino en lo que sienta o piense.

Seré completamente sincero con la persona que ame.

No viviré con alguien a quien no quiera, o cuando deje de quererlo.

No sacrificaré mi esencia por amor, por cariño o por compañía, ni permitiré que otros hagan lo mismo por mí.

No tendré hijos si no estoy seguro de poder dar el mismo amor que he recibido de mi madre o de mi abuela.

Si tengo hijos tendré el mismo respeto por su esencia que la que he pedido siempre por la mía.

De lo que no soy o fui capaz

Durante una temporada estuve yendo por punto, arena y metro.

Sentía la necesidad de compartir algo más que charlas y encuentros sexuales.

No me resultó del todo satisfactorio pues resultó ser una extensión más de las experiencias que ya había establecido en las zonas de encuentro al aire libre.

Si me entraban los que buscaban polvo y no nos enrollábamos al momento me trataban de malos modos, me llamaban estrecho y se largaban.

Si me entraban pretendiendo buscar algo más, cuándo les informaba que no buscaba pareja decían, bueno pero siempre podemos tener una bonita amistad o follar. Se acababa en polvo o en nada.

Si entraba yo a alguien sin intención de sexo, cuándo llevábamos un tiempo conociéndonos se me acababa enamorando (o eso decían) y yo quedando como un cretino sin sentimientos.

A Jordi G. lo conocí mediante una revista de contactos.

Estuvimos una temporada viéndonos y compartiendo charlar, cines, cafés, compras, …

Durante este tiempo de conocimiento y amistad yo seguía manteniendo mis habituales encuentros sexuales, Jordi no.

La relación avanzaba hacía algo más que amistad, y yo consciente de ello hice que Jordi me acompañase a una zona de encuentros para que viera la parte de mi que no conocía.

Nos vimos un par de veces más. El me había dicho con anterioridad que estaba enamorado de mi, por mi parte fue la primera persona por la que sentí algo especial en ese aspecto.

Luego vinieron un par de relaciones más o menos afortunadas con chicos mayores que yo. Uno me usó como juguete a su capricho (yo era consciente y no me importó) y otro no soportaba saber que tenía relaciones fuera de la pareja, a pesar que él estaba casado.

A Natán lo conocí cuando él tenía diecisiete años. Su relación familiar y su entorno le hacía complicado aceptarse y le serví de excusa para coger las fuerzas que necesitaba.

Los dos primeros meses no tuve relaciones sexuales con otros y con él contadas, su formación religiosa le creaba serios problemas y yo lo respetaba.

Cuándo se fue de vacaciones con la familia aproveché para tener algún que otro encuentro.

Cuándo volvió me dijo que estaba dispuesto a todo por mi, yo supe que no era capaz de darle lo que el necesitaba a pesar que fue la primera persona de la que me enamoré.

Me insulto, me dijo que había abusado de él y que nunca le había querido.

Al cabo de un año lo busqué porqué necesitaba saber que las cosas le iban bien.

Todo esto pasó hace más de doce años.

De lo que soy capaz creo que puedes hacerte una idea (tanto de lo bueno como de lo malo), como el correo ya me esta saliendo un poco largo voy a dejarlo aquí.

En mi vida he tomado decisiones con los genitales, con el corazón o con la cabeza.

De ninguna de las decisiones que he tomado me arrepiento.

Lo que sé es que las decisiones realmente importantes no es bueno que se dejen en mano de los genitales ;)

Tenía muchas cosas que decirte y ganas que me dijeras otras muchas, siento que haya tenido que ser por aquí, pero sabes que soy de los que piensan que las cosas es mejor decirlas en el momento que tienen que decirse, o sino es mejor no decirlas.

A partir de ahora intentaré molestarte lo menos posible. Sabes donde encontrarme.

Todo esto lo hago porqué te quiero mucho y porqué aunque tu no quieras eres mi unicornio. Besos.

Enviado 07/10/2011